El coronavirus nos ha demostrado que situaciones dramáticas con gravísimas repercusiones económicas pueden desencadenarse a velocidad vertiginosa a escala mundial.
En su afán de reducir al mínimo posible la pérdida de beneficios derivada de la parada de la actividad, resulta sorprendente como la mayor parte de las empresas han sido capaces, de un día para otro, de enviar a sus empleados a trabajar desde casa, pese a que, hasta la fecha, según datos del último informe de Eurostat, solo el 3% de los españoles trabajaba en remoto. Ello se traduce en que las empresas no estaban preparadas para que sus empleados trabajaran a distancia, y por tanto no cuentan con las medidas mínimas de ciberseguridad necesaria, por lo que, en estas circunstancias, se encuentran en alto riesgo de sufrir un ataque cibernético que paralice su actividad.